5 DIFERENCIAS ENTRE EL DUELO DE UN ADULTO Y DE UN NIÑO

El duelo es el proceso natural que vivimos ante una pérdida o separación. Es como un camino que se va recorriendo poco a poco hasta llegar a la aceptación de la realidad. Sin embargo, en ocasiones el duelo de los niños pasa desapercibido, al no observar en ellos conductas que manifestamos los adultos.

Es importante saber que tanto adultos como niños somos susceptibles a pasar este proceso, la forma de vivirlo es lo que marca la diferencia entre unos y otros. Saber esto nos ayudará a prestar atención al duelo infantil.

Conoce 5 de las diferencias entre el duelo de un niño y un adulto:

La comprensión del suceso:

Mientras que los adultos a pesar de lo difícil que resulta aceptarlo, entendemos desde un inicio qué sucede cuando alguien ha muerto. Se terminan las funciones vitales, ya no volveremos a verlo, algo ha ocasionado el deceso. Los niños a diferencia, entienden el suceso dependiendo de su edad y desarrollo cognitivo.

La búsqueda de alguien que cubra las necesidades

Es más común ver que los niños pronto buscan una persona con quien entablar una nueva relación con el fin de sentir y comprobar que sus necesidades serán satisfechas tras la pérdida, buscando seguridad en otros miembros del entorno. Es por eso que podemos ver a niños que han perdido a su mamá o papá, muy apegados a alguna figura materna o paterna después del suceso.

La decisión de participar en los rituales de despedida

Como adultos podemos decidir participar o no de los rituales que acompañan una pérdida, los niños por lo general están en desventaja, pues su participación muchas veces depende de las decisiones de sus adultos cercanos.

La facilidad para retomar las actividades diarias

A los adultos nos cuesta mucho más trabajo retomar las actividades de la vida diaria, las emociones de pena y tristeza nos acompañan casi permanentemente, los niños por su parte pasan de una emoción a otra con mucha más facilidad, pues son capaces de ocuparse en otras cosas como jugar, ver tele, ver videos, etcétera. Los niños suelen vivir el presente con más facilidad, a diferencia de muchos adultos, que pasan el tiempo viviendo en las expectativas que ya no serán alcanzadas tras la pérdida o en la nostalgia de lo que ya fue.

La forma de expresar las emociones que se viven

Muchos niños no tienen las palabras para exteriorizar su dolor, por lo que lo hacen a través de sus actos y conductas, por ejemplo, en la disminución del rendimiento escolar, presentando problemas de sueño o alimentación, conductas de regresión, miedos, reacciones de rabia ante situaciones que no ameritan, etc.

A pesar de que pueda parecer que los niños tienen una aceptación más rápida que la de un adulto ante una muerte, no debemos dejar de brindar atención a sus necesidades emocionales, precisamente por la dificultad que encontramos para detectarles, pues al saber que para los niños es más difícil poner en palabras sus emociones, necesitan sin duda el acompañamiento de una persona cercana que les ayude a expresar su sentir incluso recurriendo a otros medios de expresión como el dibujo, la escritura y el juego.

Si estás buscando algunos recursos como el cuento para poder hablar de la muerte, puedes darte una vuelta a la entrada:

CUENTOS PARA HABLAR DEL DUELO POR MUERTE donde encontrarás algunas de mis recomendaciones.

 

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