Lo que pensamos nos influye a nivel físico, emocional y de comportamiento. Lo que quiere decir que cómo nos sentimos y comportamos se ve influenciado en base a lo que pensamos de las situaciones que nos suceden. Si los pensamientos son negativos con mucha probabilidad nos sentiremos mal, y al contrario si son positivos. Muchas veces incluso los pensamientos negativos tienen su origen en pensamientos irreales (cosas que realmente no están sucediendo o no del todo tienen que ser como se piensa). Aunque no necesariamente se puede tener todo el tiempo pensamientos positivos, basta con tener pensamientos reales, pues en estos tenemos la capacidad de determinar si hay algo que podemos hacer, en los irreales no.
En la psicología manejamos un concepto llamado reestructuración cognitiva que se trata de la actividad de identificar, comprender y modificar los pensamientos negativos e irracionales que nos asaltan ante determinadas circunstancias. Cuando una persona se mueve la mayor parte del tiempo en los pensamientos negativos o irracionales, se puede sufrir de ansiedad o incluso caer en una depresión.
Sería valioso si esta actividad de la reestructuración cognitiva la conociéramos y aprendiéramos a temprana edad, pues sin importar esta, los pensamientos influyen como ya mencionaba y si tenemos la capacidad de detectar aquellos que nos aumentan el sufrimiento y modificarlos por unos menos atemorizantes, negativos o desalentadores, seguramente nuestro bienestar emocional se verá beneficiado.
Para apoyarnos en este objetivo, hoy te comparto la actividad “pensamiento mosca vs pensamiento abeja”, con la que buscamos ayudar a los niños a identificar y transformar los pensamientos distorsionados en unos adaptativos, reales y alentadores.
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